Si estamos en crisis, ¿para qué la cultura?
Cuando todo se ha perdido, queda la cultura. Por eso, cuando una sociedad se extravía o vive en la incertidumbre, sus esfuerzos y preguntas más urgentes no están realmente dirigidos a sectores como el de la economía o la política: están dirigidos, en esencia, a nuestra cultura –o culturas, para ser más precisa–; es decir, a todo aquello que nos define, a lo que se ha naturalizado, a nuestra manera de relacionarnos. Esa cultura, entonces, a veces puede no ser aquello que nos orgullece y nos une, sino justamente el corazón de una crisis colectiva.