Quienes antes fueron enemigos se dieron cita para estrecharse la mano en Medellín. Víctimas como Clara Rojas – ex secuestrada- y otras que aún guardan la esperanza de encontrar sus seres amados secuestrados y desaparecidos, tomaron la palabra en medio de las múltiples emociones que despertó el encuentro, en el que la Comisionada de la Verdad, Lucía González, condujo un diálogo reconciliador que llevó a pedidos de perdón y confesiones de verdades. Contenido especial para PeriodismodeVerdad.Com
Iván Roberto Duque antes conocido como “Ernesto Báez” (ex comandante paramilitar) y Pastor Alape (ex comandante guerrillero) se encontraron frente al público en el diálogo‘Para qué la verdad’, junto a una invitada que llenó de mensajes de esperanza y reconciliación el escenario: Clara Rojas. Rojas, que fue secuestrada por las Farc, sonrió junto a Alape, “Baéz” y las víctimas de Antioquia.
La invitación se hizo por parte de los medios de comunicación independientes La Oreja Roja y Revista Generación Paz en el marco de la alianza Periodismo de Verdad. La cita fue al final de la tarde del viernes 16 de agosto en el auditorio del Museo Casa de la Memoria, Medellín.
“Colombia es un país de un poco más de un millón de kilómetros cuadrados y a pesar de esa considerable extensión usted y yo, Pastor, no cabíamos al mismo tiempo en este país; eran ustedes o éramos nosotros. Sin embargo, el milagro de la paz hace posible que en este recinto que será de 70 u 80 metros cuadrados podamos caber”, le dijo Iván Roberto Duque, ex jefe paramilitar, a Pastor Alape, uno de los líderes más reconocidos de la ex guerrilla Farc, mientras recordaba la época en la que fueron jóvenes y se enfrentaron con sus respectivos ejércitos.
Lo que sucedió el viernes parecía algo improbable hace algunos años. Así lo dijo la directora del Museo Casa de la Memoria en su saludo: “estas conversaciones son las más probables en este país en este momento. La Paz va por ahí. Sobre todo va de abajo hacia arriba con mucha fuerza”, agregó más tarde la comisionada de la Verdad que tiene, junto a 10 hombres y mujeres más, la misión de poner en movimiento un amplio diálogo que “descubra” las verdades de la guerra, con el propósito de aportar a la reconciliación y la convivencia, así como a conocer el por qué de la duración y los episodios que alimentaron el conflicto armado en Colombia.
Para 2002 la guerra mostraba sus dientes de la peor forma. Colombia alcanzaba sus cifras más crudas en el conflicto. Solo ese año superaba las 800 mil víctimas, una cantidad suficiente de personas para llenar hasta 22 veces un estadio de fútbol como El Campín de Bogotá. Es por eso que esta conversación entre dos enemigos a muerte del pasado y una de sus víctimas, se sumió en la reciente tarea de la reconciliación, resultaba sorprendente.
Iván Roberto Duque -más conocido en sus años de guerra como “Ernesto Báez”- fue cofundador de las Autodefensas del Magdalena Medio y uno de los líderes del Bloque Central Bolívar. Por su parte, Alape comandó el Bloque Magdalena Medio de las Farc y hoy impulsa las tareas de reincorporación. Por décadas ambos dirigieron operaciones militares en el mismo territorio y hoy, siendo líderes en materia de dejación y entrega de armas, se dispusieron a conversar sobre la verdad en un escenario íntimo y público a la vez.
El auditorio estaba decorado con flores amarillas y naranjas, con un velón blanco en el centro y con las fotografías de muchos de los líderes sociales asesinados en el país durante los últimos años como un recuerdo de que este conflicto continúa cobrando vidas.
Más de 700 líderes y lideresas sociales han sido asesinados tras la firma del Acuerdo de Paz entre gobierno y Farc en diciembre de 2016.
En el escenario, en el centro, estaban Clara Rojas, abogada y política secuestrada por las Farc entre en 2002 y 2008, y Lucía González, integrante de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. Unas 250 personas les esperaban en el auditorio, entre ellas algunas organizaciones de víctimas y campesinos de Antioquia, integrantes del colectivo de desmovilizados de las AUC, ex combatientes de Farc, estudiantes y periodistas, quienes esperaban la respuesta de cada parte ante la pregunta: ‘¿Para qué la verdad?’, título del conversatorio convocado por la alianza Periodismo de Verdad con el apoyo del Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ).
El objetivo del encuentro, además de propiciar la convergencia entre diversas voces y caras de la verdad en Antioquia y Colombia, fue producir reflexiones sobre la verdad, a propósito de la puesta en marcha de los mecanismos del Sistema Integral de Verdad Justicia, Reparación y No Repetición, buscando que la sociedad apropie la verdad como bien público y así aportar a la reconciliación. En consideración de Alape y Duque, ¿Para qué la verdad?, como encuentro y pregunta vital en un proceso de posconflicto como el que aborda Colombia, fue antes que nada una oportunidad para reflexionar sobre los excesos y la insensatez que contiene la guerra.
Espero que pueda perdonarnos: Farc a Clara Rojas
“Estoy inmensamente emocionado de estar aquí con Clara, de poder manifestarle públicamente con toda sinceridad mi deseo de que algún día pueda sanar completamente de todo el dolor que causamos y pueda perdonarnos”, fueron las primeras palabras de Alape que se mostraba conmovido ante sus contertulios y ante un auditorio que, luego de este gesto, aplaudió y celebró la franqueza de las palabras. Tanto las Madres de la Candelaria presentes en el evento, así como quienes entregaron las armas durante el proceso de desmovilización de las Auc y los ex guerrilleros, aplaudieron por igual.
Mientras tanto, Clara Rojas miraba a uno y otro lado. Apuntaba a Pastor y luego cambiaba el foco. Del auditorio, regresaba al ex comandante guerrillero que, sí bien no fue quien ordenó su secuestro, sí es uno de los máximos responsables de las retenciones ilegales y es uno de los 31 miembros de la exguerrilla que hoy responden ante la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) por el caso 001, es decir, por el delito del secuestro del cual fueron víctimas unas 37.165 personas y hoy cuenta ya con 521 víctimas acreditadas.
“Expreso mi sentido de contrición”: Iván R. Duque
El mensaje de Alape daba la impresión de estar dirigido a todas las víctimas que han sufrido por cerca de los 35.683 hechos violentos ejecutados por las Farc en el marco de su lucha armada. ‘Ernesto Báez’ también se sumó. El bando que él lideró en esta guerra es el responsable de por lo menos 94.754 asesinatos, la mayoría de ellos contra la población civil.
“Quiero manifestar mi más sentido cristiano de contrición porque está claro que en la guerra irregular, esta que vivió el país durante 60 años, las dos tragedias más grandes son la muerte de personas inocentes y la vinculación de menores al conflicto”, dijo Iván Roberto recordando cómo los comandantes y jefes de los ejércitos se morían de viejos y no por disparos en el campo de batalla. En cambio, las muertes las ponían -y siguen cayendo- los campesinos, líderes sociales y sindicales, estudiantes, profesores, familias y comunidades ajenas a los alzados en armas.
En el auditorio las víctimas temblaban y lloraban mientras escuchaban a los responsables de sus tragedias: Hijos y padres que no volvieron a casa, hermanas que faltan y cada día en las cenas; el dolor de cada despertar y la pregunta de todos los días: ¿Dónde están?
Clara Rojas, el rostro del valor
Antes de responder el pedido de perdón de Farc, Clara Rojas conversó a solas con la Comisionada González. Ante la pregunta que afirmó haber respondido más de cien veces, dijo sin titubear “en el fondo soy la misma”. Clara estuvo secuestrada entre 2002 y 2008 y luego de su liberación escribió ‘Cautiva: Testimonio de un Secuestro’.
Luego de un proceso que aceptó haber sido muy difícil, Clara calificó como un logro enorme ver a las Farc desarmadas. Manifestó que no se los imaginaba ni en el congreso ni con proyectos productivos ni familias y los invitó a “continuar en la buenas acciones”, a no desfallecer y a seguir adelante en la construcción de comunidad.
Pidiendo excusas por haber recurrido al diccionario, Rojas recordó lo que es la verdad y amplió con una definición muy personal:
“Es la conformidad de lo que se dice con lo que se piensa y se hace y como proceso social, por difícil y amarga que sea, es un ejercicio necesario para reconocernos como país”.
Clara se convirtió en uno de los rostros más representativos del secuestro. En 2004, estando en cautiverio, tuvo un hijo bajo condiciones extremas y luego fueron forzados a separarse. Durante la conversación en Medellín, la historia de su hijo Emmanuel sirvió para que Clara ejemplificara el valor y la utilidad de la verdad, pues haciendo uso de las palabras de su abuela “es mejor pálido una vez que no descolorido toda la vida”, recordando cómo desde el primer momento de su liberación, aceptó ante los medios la existencia de su hijo y su gestación en cautiverio.
Preguntas sin respuestas (aún)
Para los ex comandantes Alape y Duque hablar de la verdad fue la oportunidad para recordar las ocasiones en las que se han visto frente a frente con ella y con quienes la buscan y reclaman impacientemente. En el caso de Iván Roberto Duque, este ya fue un camino recorrido: el Proceso de Justicia y Paz suma 50 sentencias que cobijan a 205 exparamilitares, 6.004 hechos y 28.055 víctimas, hasta junio de 2017, de acuerdo con información de la Dirección de Justicia Transicional de la Fiscalía. Duque quien se desmovilizó el 12 de diciembre de 2005, manifestó que los exparamilitares han rendido durante estos 13 años desde que dejaron las armas, testimonios equivalentes a más de 150 mil horas de audio, ante Justicia y Paz; a pesar de que otros excomandantes no pudieron seguir aportando a la verdad tras su extradición a los Estados Unidos en 2008.
“Nosotros estábamos acostumbrados a decir verdades, pero verdades acomodadas a nuestros intereses en la guerra. Fue fácil empezar a decir la verdad ante fiscales, magistrados, pero cuando nos tocó como en un auditorio similar a este sentarnos en frente de 400 o 500 víctimas en diferentes lugares del país, fue muy difícil. Yo confieso que fue la primera vez que sentí un temor cerval, no sé si producto de la indignación razonable de las víctimas hacia mí o hijo de mi propia cobardía para asumir este tema de la verdad”, relató Duque al mismo tiempo que algunos asistentes empezaron derramar lágrimas, resultado del recuerdo de hechos atroces o del desconsuelo por una verdad que aún esperan.
“Que nos digan dónde están”, “usted sabe quiénes fueron” o “díganos quién dio la orden”, eran algunas de las voces que se alzaban por momentos para interrumpir las intervenciones de los invitados. Mientras las víctimas del público intentaban tomarse la palabra, Clara guardaba silencio. Los hombres, a un costado cada uno de la sala improvisada donde tuvieron la conversación, también se dedicaron a escuchar. Dejaron que las víctimas gritaran; luego el micrófono llegó hasta el público: que ellas hablaran frente a frente con quienes les causaron daño era otro de los propósitos del encuentro.
Pese a que ambos grupos ilegales se comprometieron con la verdad en los tribunales a cambio de las concesiones de la justicia transicional, las víctimas están insatisfechas. Muchas insistieron en su interés por conocer las causas y actores intelectuales de los hechos que ejecutaron los paramilitares. Lo repiten desde 2005 cuando llegó la Ley 975 y con ella el proceso de desarme y desmovilización de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia.
“Yo ya sé quién mató a mi esposo, todo está plenamente identificado, pero díganme por qué, eso sanaría mi alma”, cuestionó Luz Mery Velásquez a Iván Roberto. Ella aún guarda muchas preguntas por el asesinato de su esposo, Julián Emilio Cataño, a manos de los paramilitares.
“Llevamos dos años jugándole a los acuerdos de La Habana, Pastor, esperando que ustedes nos digan qué pasó con la población civil, asistimos a todos lo eventos con esa esperanza”, manifestó Amparo Mejía, representante de las Madres de la Candelaria. Así como es el caso de Amparo o Luz Mery, hasta una decena de preguntas similares llegaron en papelitos a manos de la Comisionada de la Verdad. Todas ellas sin una respuesta puntual y clara, pero con la denuncia de que la verdad no funciona sin la existencia de justicia.
“Cuánto quisiera dar una respuesta satisfactoria a ese constante interrogar de las víctimas sobre lo que sucedió con sus seres queridos. Pero más allá de las circunstancias de modo y lugar, el proceso de la justicia camina terriblemente lento”, reconoció Iván Roberto quien finalizó de forma vehemente con el siguiente ejemplo a manera de reclamo.
“Hace unos días debía entregarle a un periodista unas declaraciones que dí hace ocho años sobre la matanza de El Naya, en el Valle del Cauca”. Sobre esa masacre Iván Roberto aseguró que hablaron y denunciaron al empresariado del Valle como financiador del Bloque Calima con 1.200 millones de pesos para incursionar en la zona. “Qué ha hecho la justicia, dónde están los empresarios. Nosotros pedimos esas declaraciones que necesitábamos y nos dicen que se perdió el cd. Nos hemos encontrado en diligencias judiciales donde nos piden qué pasó en determinado hecho y cuando solicitamos el material la respuesta abruma: el sistema de grabación falló y no quedaron incluidas esas declaraciones”, comentó Duque.
Al final la anécdota de Iván Roberto no pasó inadvertida y la Comisión de la Verdad pidió el registro del evento porque en medio de estas conversaciones también emergen muchas de las verdades del conflicto, pues espacios como este son de utilidad para el propósito de la Comisión: revisar qué nos pasó que no fuimos capaces de parar la guerra y por qué aún seguimos en confrontación.
Texto: Danilo Arias. Fotos: Damian Guisao y Santiago Pinto. Edición