Mineros al borde del afilado oro
Las calles de Segovia están desiertas. Las puertas de las casas cerradas. El temor es latente. A la entrada del pueblo está el Esmad con su tanqueta al lado. Detrás hay una pared donde dice, en letra muy grande, “paro minero”. Lo que desde el 21 de julio empezó como una protesta pacífica, hoy se ha convertido en un campo de guerra. Y no porque los mineros hayan decidido hacer la guerra, sino porque la Fuerza Pública entró con la orden de desalojar la protesta y ellos se defendieron.