GeneracionPaz.Co visitó las veredas Orejón y Pueblo Nuevo en Briceño, una semana después de que el pueblo se pronunció en las urnas y rechazó el Acuerdo Final de Paz con las Farc. Aquí, las voces de los habitantes de esos territorios donde la guerra ha sido pan de cada día hasta que inició este Proceso de Paz.
Desde lo más alto de la Cordillera Occidental en Briceño, Antioquia, los campesinos intentan explicarse porqué Colombia rechazó en las urnas la posibilidad más cercana de terminar la guerra, y claman a la sociedad para que apoye la paz que desde ya se siente en sus tierras gracias al desminado humanitario y la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos que se adelantan en once veredas de ese municipio.
Allí, el 26 de septiembre cuando se firmó el acuerdo final, la celebración vino no solo por la emoción de atestiguar el fin de la guerra en un anuncio televisado desde Cartagena, sino por lo que vivían en las entrañas del pequeño Pueblo Nuevo: El Ejército, la guerrilla, los funcionarios de gobierno, los niños y las familias, todos bajo la misma carpa, en la misma mesa, sin armas, abrazándose. Comida en abundancia, baile para unir guerrilleras y soldados, y regalos de funcionarios de gobierno para campesinos y farianos en reconocimiento a su voluntad de paz.
Una semana después, cuando en el campo miraron con horror la indiferencia de las ciudades, Yuber salió a las veredas vecinas a animar a la población a continuar estudiando y defendiendo los acuerdos. Desde el 10 de octubre, además, se retomaron las asambleas en las veredas de Briceño que participarán de la sustitución de cultivos ilícitos acordada en La Habana, y asímismo las labores de desminado humanitario que, según aseguró una fuente del equipo conjunto a GeneracionPaz.Co, podría llegar a su final en el mes de noviembre si el clima lo permite.
También las mujeres comenzaron a movilizarse. Verónica, Liney y otras vecinas se reúnen ahora con la inquietud de conformar una asociación para que sus necesidades como mujeres sean tenidas en cuenta.
En Briceño la paz no es solo una promesa de papel. Desde que empezaron a implementarse algunos avances del acuerdo en los puntos Problema de las Drogas de Uso Ilícito y Fin del Conflicto -desescalamiento del mismo- el mundo cambió para los hombres y mujeres que habitan esta región. Yuber es uno de ellos, es habitante de la vereda La Calera, tiene 20 años y hace parte de la Asociación Campesinos de Briceño (Asocabri):
Invito a las personas que están en las ciudades y que votaron por el no, a que porten los acuerdos, a que los lean. Nos gustaría que apoyen esto, porque la paz es de todos.
Esta paz la necesitamos uno a uno, nuestros niños, nuestras familias, nuestros campesinos y nuestros ciudadanos. No estamos propiamente en paz. Estamos en unos comienzos. Invito a que apoyemos este proceso de paz.
Los que vivimos la guerra en nuestros campos sabemos que es demasiado terrible, y desde el momento en que iniciaron las negociaciones hemos sentido ese gran descanso de ver el cese al fuego y de ver todas nuestras familias en paz.
Por su parte, Liney, habitante de Pueblo Nuevo, expresa:
Los que votaron por el no son ignorantes, no han vivido en la guerra, no les ha tocado como nosotros: estar tranquilos en la casa durmiendo y cuando menos pensamos sonar la "plomacera" como se dice, o las minas que explotaban, o las bombas. Eso es muy duro. El mensaje que les mando es que por favor nos apoyen, que apoyen que esto cambie, que dejen de ser tan ignorantes que igual nosotros somos los que sufrimos por tanta guerra, por tantas muertes.