Los sitios de ubicación y lo que sucederá en los territorios que habitarán las Farc tras la firma del acuerdo final y la dejación de armas, aún son un enigma. No obstante, la sociedad civil, sus organizaciones y hasta las autoridades locales y regionales concuerdan en un punto: ningún representante de la Mesa de negociaciones en La Habana les ha consultado formalmente si quieren una zona de concentración o un Terrepaz en sus territorios y cómo esperan interactuar con este espacio.
“La mayoría de lo que sabemos sobre La Habana, es porque lo consultamos de internet, de las páginas oficiales, de los medios de comunicación y de las páginas de las Farc, pero a veces sólo confunden. Este tema de zonas de concentración no lo entendemos, pero estamos seguros de que a Ituango llega una. Nosotros lo conocemos como terrepaz, así los llama la guerrilla, y van a interactuar con nosotros todo el tiempo, a generar proyectos productivos y hacer política ya no con las armas sino con el verbo, eso fue lo que nos explicó personalmente Pastor Alape, cuando las Farc nos convocó a una reunión en la vereda El Cedral, en noviembre del año pasado”.
La reunión a la que se refiere Edilberto Gómez, coordinador de la Asociación de Campesinos de Ituango (Ascit), y a la que asistió, es el motivo por el cual una bandera de las Farc, que ondeaba en la vereda El Cedral, causó alarma en algunos medios de comunicación; el encuentro incluyó banderas y un pendón que aún cuelga en la zona.
La presencia y cercanía de Pastor Alape en el sector no es un secreto: encabeza la delegación de verificación de desminado de la vereda El Orejón, ubicada en Briceño, municipio limítrofe de Ituango; pero de su reunión con la comunidad no se conocía. Las Farc, y no es un secreto allá, estuvo con los campesinos, hablaron sobre La Habana y algunos participantes, desconociendo si era ilegal o no, agradecieron el gesto, porque es al único participante de la Mesa al que han podido cuestionarle directamente sus inquietudes. Hasta ahora, y como afirman, ningún representante del gobierno los ha visitado.
De acuerdo con Gómez, las Farc explicaron cómo funcionaran los Terrepaz, “pero fueron cuidadosos y no dijeron específicamente a dónde venían, aunque para nosotros es claro que el lugar será El Cedral y también se habla de la vereda Santa Lucía”.
El Cedral es una vereda de Ituango que alcanzó a tener casi mil habitantes antes de ser sometida a nueve desplazamientos, seis registrados formalmente y, de acuerdo con los registros del movimiento Ríos Vivos, siete de estos desplazaron a la población en su totalidad. De ahí una de las prevenciones de esta organización ante la posibilidad de que este territorio sea elegido como un Terrepaz, porque así también los llama Isabel Cristina Zuleta, su vocera.
“Una de las peores masacres que han ocurrido en Ituango es precisamente la de El Cedral: quemaron todas las viviendas, violaron a muchas mujeres, acabaron con el puesto de salud, destrozaron la escuelita. Y este episodio de violencia no está reseñado. La población abandonó la vereda ante esta arremetida paramilitar y la supuesta causa, precisamente, fue ser señalados de pertenecer a las Farc o colaborar con ellas”. De ahí, de la historia, de los casos y víctimas que tienen registrados, nace el escepticismo de Zuleta: “uno se pregunta: ¿sí es pertinente que una vereda que ha sido víctima, y ha sufrido el estigma de guerrillera, se le imponga un Terrepaz? Porque eso sí, acá a nadie le están consultando nada”.
Sin embargo, desde Ríos Vivos, se deja enfáticamente claro que no se oponen al proceso que se lleva en La Habana y que están dispuestos a apostarle con todo pese a que no se les consulta, incluso no se oponen al posible trabajo conjunto con excombatientes pero apuntando a las políticas que son su razón de ser: la recuperación del medio ambiente, la defensa del mismo y el reconocimiento de las víctimas de los megaproyectos, entre muchas otras.
Por otro lado, Cristobal Giraldo, presidente de la Asociación de víctimas de Hidroituango, no se muestra tan positivo frente al trabajo conjunto con los ex combatientes, pero es por la falta de claridad frente al tema: “de las zonas de concentración o terrepaz, no quiero opinar, lo que pasa es que eso no está claro. La gente no entiende bien qué es, que va a ser y a hacer. ¿Cómo es eso que llegan?, ¿y a establecerse? ¡Si es que ya están! ¡Siempre han estado!
La figura de autoridad de las Farc en Ituango es indiscutible y por eso es clave para esta organización establecerse allí. La legitimidad nació por la misma dinámica de la guerra y va a ser una dificultad a la hora de superarla. “Las Farc son un actor de poder, siempre lo han sido y así se han visto históricamente en Ituango. No es fácil que la gente entienda que ahora debe quejarse con la policía y esto no es un proceso de uno o dos años, es un asunto a largo plazo”, explica la vocera de Ríos Vivos. En la misma línea, podría decirse que tampoco es simple que la guerrilla entienda que, aunque históricamente tenían influencia y hegemonía en ese territorio, ya no deben intervenir en asuntos sociales porque, aunque ilegal y armada más no ilegítima, ya no serán autoridad.
Los miedos
Un tema en el que confluyen tanto la Asociación de Campesinos de Ituango (Ascit), Ríos Vivos, la Asociación de víctimas de Hidroituango, y mucha población civil del municipio, como lo han denunciado varias veces, es el aumento de la delincuencia común en el casco urbano y la incursión de las Atudefensas Gaitanistas de Colombia en el territorio.
“Es un tema bastante complicado y desde ya se está viendo. Desde el cese al fuego con la guerrilla, las Farc han estado muy quieta y entonces aumentó la delincuencia y se formaron bandas en el pueblo. ¡Imagínese!, el robo de motos que antes no se veía, y los atracos a las pequeñas tiendas, pasan a cada rato. Desde ya se está viendo lo que puede ser si a esta gente (Farc) la concentra en alguna parte y desarmados, se nos van a venir los conflictos de otros lados. El Estado no está. Estamos cansados de exigir y no hacen nada. Denunciamos y no pasa nada, a la gente la roban en el parque, que está junto a la base militar, hay peleas a machete, asesinatos a media cuadra de la base y no pasa nada… Antes del cese al fuego la guerrilla era la que regulaba esto”. Y el clamor de Cristóbal Giraldo lo repite casi en su totalidad Edilberto Gómez, e Isabel Zuleta, y Carlos y Eduardo, campesinos de Ituango, y dos madres de familia que no quieren dar sus nombres, y Juan Pablo, un niño de una Institución Educativa del sector.
Todos repiten y sostienen lo mismo, el cese al fuego aumentó el crimen. Y nadie sostiene con su nombre lo que más temen, lo que se susurra en el pueblo: “si la guerrilla entrega las armas se nos van a meter los ‘paracos’”. Isabel Zuleta comenta que ese es el temor generalizado, “todo el tiempo me lo dicen, todos tienen miedo y no es sin fundamento pero nadie lo sostiene porque se toma como una defensa a la guerrilla y no es así, es una defensa ciudadana, es una realidad. Vea usted lo que está pasando en Briceño”.
Lo que está pasando en Briceño es la incursión militar que el 10 de enero de este año hicieron las Autodefensas Gaitanistas de Colombia en la vereda Las Auras, ubicada en el municipio de Briceño. Hombres, exhibiendo su armamento, reunieron a casi toda la población en el casco urbano y les manifestaron que no era a ellos a quienes debían tener miedo sino a la guerrilla, especialmente a las Farc. Agregaron que por esta razón habían acabado con los hermanos Moreno Jaramillo, Víctor y Roberto Alirio, quienes fueron retenidos el 2 de enero, extorsionados y posteriormente asesinados por este grupo, que también se conoce como Urabeños o Clan Úsuga.
Por eso, ante este contexto, la vocera de Ríos Vivos intentar explicar el miedo generalizado: “no entendemos cómo va a ser eso de las zonas de concentración. Aclaremos algo, eso de concentración es aislamiento y desde hace tiempo se sabe que no funciona. Los excombatientes deben estar insertos, con sus familias, en sociedad, en un trabajo, en política y nadie tendría que saber si son ex combatientes o no. ¿Por qué identificarlos, señalarlos, concentrarlos? Cuando usted encierra a cualquier animal en una trampa, lo hace pa’ cazarlo o pa’ matarlo. Si no se soluciona el problema paramilitar, porque son paramilitares y tienen línea política, esos terrepaz serán un foco de atención para los que no están negociando. Terrible, se va a señalar dónde están (las Farc) ante unos actores que todavía están armados (paramilitares) y en medio sólo quedaremos nosotros, los de siempre, las mayores víctimas: los civiles”.
Las esperanzas
La expectativa positiva ante la llegada de la Zona de Concentración o el Terrepaz, también coincide entre población y organizaciones civiles: la liberación del estigma, no podrán ser señalados de guerrilleros: “si las Farc no van a existir más, ¿ahora de qué nos van a acusar? Esa es una ventaja enorme para nosotros, ya no podrán decir que somos ‘farianos’”. Aunque esto les cuestiona cuál será la función del Ejército si las Farc dejan de existir. “Siempre nos han dicho que están ahí porque combaten con la guerrilla. Si su enemigo desaparece, ¿con quién lo van a remplazar?, no saldrán ahora con que van a perseguir a las bandas criminales porque siempre que los hemos exigido nos han dicho que es función de la policía”, concuerdan en esto el movimiento Ríos Vivos y la Asociación de víctimas de Hidroituango.
Para algunos maestros de instituciones educativas públicas, encargados del aspecto pedagógico y educativo frente al tema del proceso de paz con las Farc, hay una ventaja enorme en el aspecto de formación, especialmente porque se puede formar en torno a temas que antes podrían generar un estigma. Y aunque son precavidos y prefieren no dar su nombre, recalcan que el asunto de la paz no se habla sólo en la Mesa de La Habana.
“Si va a haber algún campamento permanente, o lo que sea que se vengan de las Farc para Ituango, las familias deben estar preparadas para asumirlo y está tarea pedagógica es la más ignorada en La Habana. No estamos contra el proceso, queremos apoyarlo, especialmente porque Ituango siempre ha vivido en guerra, en enfrentamientos, bajo bombardeos, y cualquiera desea que eso acabe. Pero tampoco queremos aislados sólo por no ser combatientes. Aunque muchos no hemos recibido bala, las principales víctimas somos nosotros. Tienen que consultarnos las cosas y a los maestros deben ilustrarnos, si de nosotros depende la formación para la paz”, comenta uno de esos docentes precavidos que sólo sabe de zonas de concentración o terrepaz lo que internet le muestra.
Otro aspecto positivo es que desde la Asociación de Campesinos de Intuango se siente que la llegada del Terrepaz traerá inversión. “No nos oponemos a esta propuesta y creo que fortalecerá la producción campesina. Tampoco nos oponemos al trabajo y a desarrollar productos en conjunto con ex combatientes de las Farc, siempre y cuando ellos accedan a colaborar, contarlo todo y pedir perdón. Deben resarcirse”, dice Edilberto Gómez el coordinador. Y agrega: “este es un nuevo paso y cómo tal debemos asumirlo. Aunque con miedo de que puedan entrar otros actores, la actitud general es positiva, sólo pensar que podemos salir de esta guerra es esperanzador”.
¿Zonas de concentración o Terrepaz?
El gobierno habla de las primeras pero no las puede implementar hasta que no se reforme la Ley 418 o de Orden Público que en el año 1997, año en que fue formulada, facultaba a la presidencia de la República para crear zonas de concentración con fines de diálogo, desmovilización y desarme con la guerrilla. No obstante, en el 2010, y no está demás decirlo, luego de la desmovilización paramilitar, el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, mediante una reforma conocida como Ley 1421, eliminó estas facultades; en la nueva norma prohibió explícitamente la creación de este tipo de zonas para cualquier grupo armado.
Entonces, Juan Manuel Santos, el actual presidente de Colombia, le pidió al Congreso de la República la modificación de la Ley de Orden Público por lo que el próximo 16 de febrero comenzarán las sesiones extraordinarias para el debate. Esto no cayó bien en las Farc: “la convocatoria al Congreso a reglamentar unas supuestas zonas de concentración, o la conformación de una Comisión Legislativa Especial, hacen parte de una actitud que hace invisible al interlocutor en la mesa y adelanta resultados pendientes aún antes de tratarse. Nuestra concepción nos indica, que temas de tanta trascendencia, deben ser manejados en forma más responsable”, fue lo que declaró al respecto, Pastor Alape, negociador de la guerrilla en la mesa.
El gobierno los quiere concentrar en 7 o tal vez 10 zonas, fue lo que manifestó Santos en una entrevista a CNN, casi que una zona por bloque de las Farc; la guerrilla habla de Terrepaz y pretende negociar uno por estructura, lo que sumaría más de 60.
De las zonas de concentración no se conoce nada oficialmente, según una emisión de Blu Radio, del 7 de enero de este año, “cada zona sería custodiada con la más alta tecnología, habrá drones y tres anillos de seguridad, además depuestos de salud, acueducto, camas y comida (…) Funcionarios de la ONU tendrían acceso permanente y serían los encargados de verificar todo el proceso de entrega de armas; el plan es guardarlas en grandes contenedores (…) Una vez sean entregadas las armas de fuego, los guerrilleros pasarán a otro cuadrante y solo allí dejarán de ser tratados como un grupo ilegal.
Sin embargo, Romaña, miembro de las Farc, afirmó: “Las Farc no contempla la concentración dentro de unos corrales (…) pretenden durante ese tiempo capacitar a las tropas para la nueva vida y hacer trabajo político en esas zonas”. Lo mismo aseguró Pastor Alape en la reunión que tuvo con buena población de Ituango, en El Cedral.
Desde La Habana, el guerrillero Carlos Antonio Lozada expresó que los terrepaz lo único que tienen como objetivo es “la normalización de los territorios donde el conflicto se ha desarrollado”, y tiene su lógica y así lo entienden mejor en Ituango aunque no significa que lo compartan. Lozada también agregó que serán los “verdaderos laboratorios de reconciliación, de reencuentro, no sólo para las dos partes, sino para las dos Colombias, divididas y separadas por la desigualdad social y el desequilibrio económico”
Y ahí es cuando se duda. “La naturaleza y las personas hemos sido víctimas de la guerra y buena responsabilidad la tienen los megaproyectos, como Hidroituango. Los ex combatientes que lleguen acá tienen que entrar en conocimiento de esa realidad que quizás ha estado distante de ellos por su vida militar. Las Hidroeléctricas seguirán acá y puede que los movimientos que nos oponemos, porque hemos sido afectados, seamos los nuevos enemigos. Las Farc, si se instalan acá, deben pensar en ese tema o cuál es el tipo de paz que quiere esta sociedad y que pretende los diálogos: ¿los terrepaz van a traer paz para las comunidades o paz para los ex combatientes?”. La pregunta final de Isabel Zuleta, vocera de Ríos Vivos, causa silencio en el ambiente… Y miradas de respaldo.
Y mientras tanto en la Gobernación de Antioquia no se informa al respecto. Luis Guillermo Pardo, quien quedó a cargo de la nueva Gerencia de Paz de Antioquia, manifiesta en los medios que en esta zona existen dos bloques de las Farc, Noroccidental y Magdalena Medio, por lo que cree que como mínimo habrá dos “territorios de paz”, pero, para Generación Paz agrega: “comunicación oficial no hay. Nadie se ha comunicado por conducto regular con el gobernador”.
Que quienes tienen las decisiones y la información en sus manos hablen con los pobladores de las posibles zonas de concentración de las Farc, es lo que piden los campesinos y ciudadanos.