Otros procesos de paz

Un repaso por los procesos de paz de Irlanda del Norte, Guatemala y El Salvador. Producido por Sistema Informativo DE LA URBE - Universidad de Antioquia.

 

 

Por: 
De La Urbe - Reportería Mariana White Londoño

Mucha agua ha corrido en el río del tiempo desde cuando el general Gustavo Rojas Pinilla amnistió a las guerrillas liberales de mediados del siglo XX. Desde entonces, se han implementado en Colombia varios procesos de negociación cuyo desenlace ha oscilado entre el éxito moderado y el fracaso absoluto por motivos, en ocasiones, ajenos a la coyuntura nacional. ¿Qué ha cambiado desde aquella amnistía a los guerrilleros liberales que, una vez desmovilizados, fueron violentamente perseguidos y empujados (muchos de ellos) nuevamente a la lucha armada? Y, más importante aun, ¿qué ha pasado en el mundo desde entonces para que hablemos de las particularidades del actual proceso entre el Gobierno colombiano y las Farc en términos distintos?

Durante la década de los noventa, la comunidad internacional comenzó a incidir con gran fuerza en los conflictos de carácter nacional, creando instancias tales como el Tribunal Especial para Yugoslavia y Ruanda o la Corte Penal Internacional, a través de los cuales logró la potestad de involucrarse en todo intento de solución negociada para mantener lo pactado dentro de los márgenes admitidos por el Derecho Internacional Humanitario. En nuestro país, las consecuencias de dicho cambio se hicieron notar. Según Jorge Giraldo Ramírez, investigador social y filósofo,

“las negociaciones llevadas a cabo en Colombia entre 1989 y 1994 estaban enmarcadas dentro de lo que podemos llamar el paradigma de las negociaciones en el siglo XX: negociaciones entre estados o entre estados y organizaciones irregulares que de alguna manera se inspiraban en la tríada de amnistía, indulto y reconciliación”. Esta etapa postrera del paradigma del siglo XX coincidió no solo con las negociaciones entre el Gobierno, el M19 y el EPL (ambos exitosos), sino también con los procesos de negociación en Guatemala y El Salvador.

En Guatemala, el proceso concluyó en 1996 con el pacto de incorporar a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) a la vida política legal (para lo cual se planeaba amnistiar a la mayoría de sus miembros). Dicho pacto fue interpretado por múltiples organizaciones de derechos humanos como un intercambio de impunidades, y acabó fracasando en su refrendación popular en 1999. En El Salvador la negociación terminó en 1992, incorporando a la democracia al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) e implementando la política de sancionar a los máximos responsables. En estos dos países, a pesar de la participación de Naciones Unidas, pueden hallarse las consecuencias más palpables del cambio de paradigma del que habla Giraldo.

Ahora bien, transcurridos algunos años desde la firma de los acuerdos, la ya mencionada comunidad internacional, impulsada por organizaciones de derechos humanos locales o regionales, comenzó a interferir (o al menos a intentarlo) en lo pactado. Hace poco un grupo de militares involucrados en el sonado caso del asesinato de algunos sacerdotes jesuitas en El Salvador −ocurrido el 16 de noviembre de 1989−, fue pedido en extradición por un tribunal español, emitiéndose en contra de los implicados circular roja de Interpol. Este y otros casos similares reanudaron la discusión sobre los acuerdos pactados hace más de dos décadas, puestos ahora en tela de juicio por el nuevo paradigma del que habla Giraldo: uno que alteró los elementos de la anterior tríada, cambiándolos por verdad, justicia y reparación, satanizando la amnistía y asociando su implementación con la (hoy difícil de defender) impunidad.

Asi pues, la negociación con las Farc debería (y lo ha hecho, sin duda) mirar experiencias similares (nunca iguales, hay que entender) para aprender, sobre todo, de los errores cometidos

Ambos procesos sientan un precedente por lo menos preocupante para la implementación de los acuerdos entre el Gobierno colombiano y las Farc, que probablemente llegarán a la firma de un pacto final durante este 2016. Si el Tribunal Especial para la Paz concede amnistías a guerrilleros o soldados cuya conducta, a juicio de la comunidad internacional y sus múltiples organismos punitivos (Corte Penal Internacional, Corte Interamericana de Derechos Humanos, etc.), no sea objeto de amnistía, ¿qué ocurrirá? Los precedentes latinoamericanos, como se ha dicho, no dan un panorama optimista.

Chile y Argentina quizá puedan desestimarse por tratarse de países que padecieron un caso de victimización vertical (donde un bando, para este caso los gobiernos militares, ejerce la fuerza sobre un gran porcentaje de la población civil). Pero El Salvador y Guatemala representan casos de victimización horizontal (es decir, victimización múltiple, con varios actores protagonizándola), en los que lo pactado ha debido enfrentarse a múltiples escollos con la implementación del nuevo paradigma de negociación que establece de forma tajante lo que es perdonable y lo que no.

Y hay asuntos incluso más preocupantes.

¿Cómo llevar a cabo, por ejemplo, la serie de medidas que usualmente se encierran en el denominado “posconflicto”, y que son, en últimas, la parte más importante de cualquier negociación? El Salvador es un caso alarmante de perpetuación de la violencia, aunque pueda argumentarse que las maras (actuales protagonistas del fenómeno, más o menos equivalentes a los “combos” o pandillas colombianos) son radicalmente distintas del FMLN. En Colombia hay antecedentes respecto a procesos de desmovilización y reintegración, siendo el más grande de ellos el de la Ley de Justicia y Paz (o Ley 975 de 2005), proceso por lo demás polémico y ambicioso, por cuanto abarcó a por lo menos 40 mil desmovilizados cuya idoneidad y permanencia en la legalidad se ha puesto en duda en no pocas ocasiones.

Otro proceso de paz que es interesante analizar es el de Irlanda del Norte. Aunque allí el conflicto era de carácter político-religioso, también nos ilustra al respecto: las dos principales facciones, los unionistas del Partido Democrático Unionista (DUP), partidarios de la integración con el Reino Unido, y el Sinn Fein (brazo político del Ejército Republicano Irlandés, IRA), partidario de la independencia, formaron un gobierno en coalición una vez firmados los acuerdos de 1998, eliminando después, y paulatinamente, escollos tales como las armas del IRA o la desmantelación del cuerpo policial pro-Reino Unido que combatió al primero con estrategias paramilitares (RUC). Todo esto con un relativo éxito en cuanto a la intervención de la comunidad internacional (aun cuando, ya para entonces, comenzaba a imponerse el nuevo paradigma de negociación).

Así pues, la negociación con las Farc debería (y lo ha hecho, sin duda) mirar experiencias similares (nunca iguales, hay que entender) para aprender, sobre todo, de los errores cometidos. Bajo el nuevo paradigma de negociación, algunos de los precedentes nacionales e internacionales se tornan anacrónicos, pues hoy más que nunca el sistema transnacional de los Derechos Humanos pone su ojo avizor en cada proceso de negociación, pero la delgada línea de la que habla Vincenc Fisas en su Manual de Procesos de Paz para referirse a todo aquello que viene después de firmar lo pactado obliga a los negociadores de La Habana a estudiar detenidamente lo ocurrido en otros países (incluso en materia de refrendación). Una vez se llegue a un acuerdo, habrá que enfrentarse no solo a la comunidad internacional, sino también a organizaciones de derechos humanos, agrupaciones políticas, disidencias armadas y, en resumen, a un país polarizado, cuya opinión pública tiende a alinearse con los grandilocuentes principios del nuevo paradigma humanitario.

 

El Salvador

Partes negociadoras: Gobierno – Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)
Acuerdo de paz: 16 de enero de 1992 en Chapultepec, México
Contexto: Los acuerdos terminaron una guerra civil de doce años que provocó 75 mil muertos, entre 1980 –cuando se enfrentó la guerrilla del FMLN al gobierno militarista de la época– y 1992, cuando se proclamó el pacto. A partir de ahí, se modificaron las Fuerzas Armadas y se creó la Policía Nacional Civil. Además, el FMLN se convirtió en partido político y ha tenido un respaldo ciudadano creciente. Actualmente es el partido oficialista, luego de haber accedido al Poder Ejecutivo con el expresidente Mauricio Funes en las elecciones de 2009 y, de nuevo, tras resultar electo Salvador Sánchez Cerén en las presidenciales de 2014.

Guatemala

Partes negociadoras: Gobierno – Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG)
Acuerdo de paz: 29 de diciembre de 1996 en Ciudad de Guatemala
Contexto: Caracterizada por sus gobiernos dictatoriales, Guatemala solo se acercó a la paz hasta 1985 con la llegada al poder de Vinicio Cerezo y el comienzo de una era democrática. Cerezo propició los primeros acercamientos con la URGN, organización creada en 1982 con la coalición de los cuatro grupos guerrilleros más importantes del país: el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).
En aquel entonces no se logró la paz. Sin embargo, ese fue el inicio de una serie de intentos hasta que, finalmente, en 1996, en el gobierno de Álvaro Arzú, se firmó el acuerdo que acabó con 36 años de conflicto armado. Este ha sido un proceso criticado por sus excesivas aspiraciones –trece acuerdos y 300 compromisos que no llegaron a cumplirse totalmente–, pero puso fin a un largo periodo de violencia y permitió la creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en 2007.

Irlanda del Norte

Partes negociadoras: Gobierno británico – Gobierno irlandés – Partidos políticos norirlandeses
Acuerdo de paz: 10 de abril de 1998 en Belfast, Irlanda del Norte
Contexto: A finales del siglo XVII, Inglaterra logró colonizar gran parte de Irlanda hasta hacerla parte del Reino Unido. Los nativos irlandeses hicieron resistencia durante siglos y a principios del XX exigieron su independencia. Fue así como los conflictos internos en la isla, sobre las demandas para un gobierno autónomo, condujeron a su partición en 1921. Pero el problema no acabó ahí, pues Irlanda del Norte siguió en disputa: por un lado, los unionistas –de religión protestante, mayoritaria en la región–, partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido; y, por otro, los republicanos irlandeses, generalmente de religión católica y demográficamente minoritarios, partidarios de la independencia o de la integración a la República de Irlanda. Ambos bandos recurrieron a las armas, dando paso al Conflicto de Irlanda del Norte, también conocido como The Troubles, desde octubre de 1968 hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el 10 de abril de 1998.
En 2007 se estrenó un gobierno compartido entre católicos y protestantes, y en 2008 se produjo el desmantelamiento definitivo del Ejército Republicano Irlandés (IRA), organización paramilitar. Lo cierto es que la reconciliación total tardará muchos años, pero el acuerdo de paz, considerado como relativamente exitoso, contribuyó a la estabilidad de la región.

 

Tomado de: http://delaurbe.udea.edu.co/2016/04/20/otras-experiencias-de-paz/