La paz y el desarrollo local

¿Qué pasa si la paz no queda incluida en los planes de desarrollo que se concretan actualmente? ¿Porqué la paz deberá ser territorial e incluirse en el desarrollo local? "Si no tengo plata no puedo hacer nada y si no tengo voluntad política me convierto en una amenaza a la construcción de paz en mi territorio", afirma Mauricio Hoyos de la Corporación Región a quien entrevistamos sobre el tema. 

Por: 
Juan Camilo Rengifo

“La paz se construye en el territorio” es una frase que se ha vuelto común, y no es en vano, porque la futura implementación de los acuerdos logrados en La Habana no se puede dar solo en las capitales, ni desde el centralismo que ha caracterizado a Colombia. La tierra que precisa transformaciones inmediatas y donde se sembrará, abonará y se cosechará la paz está lejos de Bogotá. Para tal cultivo, será necesario que las autoridades locales comiencen desde ya a desyerbar, remover y fertilizar los territorios donde se plantará la semilla.

Una de las herramientas que tienen estos labradores son los planes de desarrollo territorial, que por estos días son elaborados, discutidos y aprobados por equipos de los gobiernos municipales y departamentales con participación ciudadana, y desde los Consejos territoriales de planeación. De ahí saldrá la ruta que cada población deberá recorrer en los próximos cuatro años, así como sobre en qué se invertirán los presupuestos públicos anuales en cada administración.

Por eso, las transformaciones que implicará la construcción de paz, y en especial la implementación de los acuerdos, debería quedar reflejada en los planes de desarrollo porque, de lo contrario, será muy difícil invertir presupuesto y apuestas en ellos.

Eso lo sabe muy bien el Gobierno y por eso, desde la Departamento Nacional de Planeación, se ha instado a que en esos planes de desarrollo, “las autoridades y comunidades redefinan las visiones del territorio en el nuevo escenario de construcción de paz, planeen y pongan en marcha acciones para fortalecer la administración territorial, para profundizar la democracia, para trabajar a partir de la movilización social y la participación ciudadana fortalecidas, para generar confianza en la sociedad, y para acercar el Estado y la sociedad en torno a una visión conjunta de construcción de paz”, como lo señala el documento “Los Planes de Desarrollo Territorial como un instrumento de construcción de paz”, enviado a todos los despachos de los gobernantes territoriales.

Para el caso de Medellín y Antioquia, Corporación Región asegura en su último editorial web que “en las campañas a la Gobernación de Antioquia y a la Alcaldía de Medellín la relación con el Proceso de Paz no fue un componente importante del debate electoral. Y esta ausencia se mantiene, aunque con matices, cuando miramos las propuestas de los planes de desarrollo presentados por los mandatarios elegidos”.

Bajo esta mirada, ¿estarán las autoridades y comunidades priorizando la paz en los planes de desarrollo? ¿Qué pasa si la paz no queda incluida en esa ruta de navegación? ¿De quién es la responsabilidad de que la paz sea tema bandera en las administraciones locales y regionales? Para responder a estos interrogantes, Generacionpaz.co conversó con Mauricio Hoyos, coordinador del proyecto Fortaleciendo Ciudadanía para la Paz en el Valle de Aburrá de la Corporación Región.

 

¿Qué va a pasar si la paz no queda incluida en los planes de desarrollo?

Eso tendría dos efectos. Por un lado, iría en contravía de los recursos locales, ya que el Plan Nacional de Desarrollo contempla que los planes locales deben armonizarse con las políticas nacionales. En esa medida, no habría posibilidades de otras fuentes de financiación para programas, proyectos y líneas de trabajo de las alcaldías locales en materia de paz y temas colindantes. Es decir, que se cierra la posibilidad de poder gestionar ingresos de la Nación. O sea, empezamos con un mal ejercicio de gestión.

Por el otro lado, no hacerlo, partiendo de la decisión del gobierno local, se convierte en una amenaza directa en la construcción de paz, más allá si se firman o no los acuerdos de La Habana entre las Farc y el Estado colombiano. Hay personas que han manifestado su interés o su oposición a un proceso de paz, pero una cosa es no estar de acuerdo con lo que sucede en Cuba y otra es oponerse a la paz.

Para resumir, si no tengo plata no puedo hacer nada y si no tengo voluntad política me convierto en una amenaza a la construcción de paz en mi territorio.

 

En ese sentido, ¿por qué es importante hablar de territorio cuando nos referimos a la construcción de paz y de los planes de desarrollo?

Lo que ha dicho el Alto Comisionado, y creo que es una de las cosas interesantes en este Proceso y además inédita, es que hablemos de paz territorial y no de paz general. El territorio tiene una connotación muy importante y más en el marco de los planes de desarrollo, ya que estos son la carta de navegación, el gran contenedor del POT, Plan de Ordenamiento Territorial.  

Entonces, para que ese POT sea posible se necesitan unos planes de desarrollo coherentes con  esa lógica de construcción del territorio, porque el territorio no solo es la tierra, aunque muchos planeadores hagan el plan de desarrollo sobre un mapa, es también las relaciones de las personas y las construcciones de memoria que hay sobre éste.

Cuando alguien que planea el territorio no tiene en cuenta eso, finalmente termina planeando un territorio muerto, sin gente, sin sentido, y sobre todo, sin identidad. Por tanto, esos ejercicios de planeación del territorio, sin identidad, sin memoria y sin sentido, porque no está la gente,  dificultan la gobernanza, porque se pueden tener los programas y los proyectos más maravillosos pero si no están pensado en clave gente, no tienen sentido.

 

¿Cómo avanza la inclusión del tema de paz en los planes de desarrollo en Medellín y el Valle del Aburrá?

Hay una tendencia a ubicar el tema de paz  en las secretarías de gobierno, y eso es una perversión. Gobierno está encargado del orden público, del control social, y el tema de paz debería hacer parte del desarrollo en general.

Cuando hablo de víctimas, de memoria, de construcción de espacios de diálogos ciudadanos, del tema de la paz, y lo meto a gobierno, es un error,  porque la paz no son acciones de control policivo o del orden público. La paz involucra los derechos de la gente en su conjunto, el ejercicio de la ciudadanía, la profundización de la democracia, el fortalecimiento de la sociedad, incluso la cultura. En el caso de Medellín, está ligado al tema de cultura ciudadana, y también debe ir más allá, al desarrollo de la ciudad en general. El desarrollo integral debería contemplar la transformación de nuestra cultura, ahí es donde debería ubicarse, más que en las secretarías de cultura o educación.

Ya en cuanto a las víctimas es fundamental abordarlo desde todas las secretarías, más allá del asistencialismo y la reparación administrativa, y que se generen procesos de integración desde lo laboral, académico, cultural y social.

 

Volviendo al tema de lo que usted llama “una perversión”, ¿por qué cree que existe la tendencia de poner a cargo de la secretaría de gobierno el tema de paz?

Ya debería haberse obviado ese concepto de la paz como lo opuesto a la guerra, y verlo más como una construcción ciudadana, ya que el derecho a la paz va de la mano con el derecho al desarrollo como lo reconoce el sistema de Naciones Unidas. Cuando entendemos la paz en Gobierno, reducimos el tema a control y Fuerza Pública. La construcción de paz ciudadana no puede entrar sometida a la dinámica del control ciudadano, esta debe de ser plural, democrática, multiétnica, multirracial, multicultural. Porque es la construcción de nuevas identidades a partir de garantías de derechos en una democracia. Es decir la construcción de la paz debe bajar a manos de la ciudadanía, claro, con las instituciones jalonando y más cuando es el reto de la construcción de la paz territorial.

 

¿Qué elementos no pueden faltar si se construyen planes de desarrollo para la paz?

Es importante el ejercicio transparente; son precisamente la corrupción y todas esas prácticas que nos caracterizan las que han permitido que florezcan otras prácticas delictivas. La transparencia no debe ser un tema solamente de las veedurías, debería ser un asunto para la transformación cultural.  

Segundo, educación. Hablamos de la cátedra de paz, ¿pero quién está preparado para hacer la cátedra de paz y cuáles son sus características?, ¿es la cátedra de democracia? Es muy importante educar a los docente para que trabajen con la población escolar desde el contexto, porque no podemos seguir negándonos las realidades que los medios masivos explotan comercialmente. De esa manera profundizar sobre esos procesos, hablar de cuáles han sido los daños efectivos de las Farc, el ELN, los paramilitares, el narcotráfico… Esos deberían ser temas que se trabajen en la escuela para entender un poco qué es lo que está pasando en La Habana. Trabajar el tema de los acuerdos, qué implica en el territorio, qué implica en las zonas, en las comunidades. También la democratización de los medios es fundamental.

 

¿Los mandatarios tienen la información necesaria sobre los acuerdos de La Habana para plantear propuestas encaminadas a la paz?

En enero, el Departamento Nacional de Planeación les envió a los mandatarios locales y regionales toda la información que ellos necesitaban para eso, de hecho desarrollaron una herramienta que se llama el kit territorial y que favorece toda la construcción de planes de desarrollo con contenido relacionado con la paz.  

 

¿En el caso el Valle de Aburrá cómo avanza la paz en los planes de desarrollo?

Se lograron consolidar muchas ideas que se habían pactado con los candidatos el año pasado y que estaban relacionadas con la memoria, las víctimas, la continuidad del Museo Casa de la Memoria de Medellín por ejemplo, y que son importantes consolidar. Vemos que muchos siguen adscritos a Gobierno en vez de estar en otras dependencias. Un tema incluido claramente son los derechos humanos.

En Caldas aún es muy difusa esa articulación. En la Estrella no es muy claro y está asociado a temas de seguridad, aunque ellos implementaron una cátedra municipal que la están llamando Cátedra de amor por La Estrella y ahí buscan resumir todo. En Sabaneta, que es una alcaldía controlada por el Centro Democrático, la apertura es mayor. Envigado tiene un interés en la incorporación de indicadores con enfoque de derechos humanos y bajo el criterio del índice de desarrollo humano. En Itagüí hay toda una apertura al tema, de un plan de desarrollo bajo el criterio de derechos humanos. Bello ha sido sorpresa ya que existe una apertura de la administración, al igual que Copacabana. Girardota ha sido más difícil pero incluyó algo.

Hemos aprendido que cada proceso y territorio es distinto.

Empezamos a trabajar con las alcaldías a finales del año pasado. Lo que no esperábamos era que tuvieran un interés tan marcado en desarrollar propuestas propias. Nos preguntan ¿cómo hago para incorporar el tema de paz?,  no tenemos fórmulas. Lo primero es juntarnos para lograr una construcción colectiva, legítima y que refleje los intereses de una sociedad diversa, es decir, que la democracia -con el fin del conflicto- pueda ahora sí ser una fuerte y sólida, es lo que intentamos desde Corporación Región.

 

Fotos: Cortesía Corporación Región. 

Más información:

- Concepto de la Veeduría de Medellín al Plan de Desarrollo de esta ciudad adjunto a esta nota en la parte superior contiguo a la galería de fotos

- Editorial "Los planes de desarrollo de Antioquia y Medellín: ¿de cara al Proceso de paz?" en:

http://region.org.co/index.php/es/hacemos/novedades/240-editorial-abril-planes-de-desarrollo-y-proceso-de-paz